Durante los próximos siete años, el tema central de nuestra experiencia humana será la sanación del alma. La necesidad de este viaje se revelará gradualmente, cada vez que elijamos acercarnos a nuestro Ser Verdadero. Ese Ser siempre ha estado ahí, oculto bajo capas de frustración, emociones reprimidas y patrones profundamente arraigados en el cuerpo del alma. Todo lo que has sentido está almacenado en tu alma. Desde una perspectiva multidimensional, este cuerpo del alma emite un campo energético de 150 metros a tu alrededor en el mundo tridimensional: un halo magnético de memoria y emoción.
El alma actúa como un chip divino, grabándolo todo. Pero como cualquier sistema, cuando la memoria se sobrecarga, se vuelve tóxica. ¿Cómo sabemos que está llena? Lo sentimos. Una opresión persistente en el pecho, una carga emocional silenciosa pero constante: estos son signos de saturación. Un pensamiento sin procesar, una vieja herida o un patrón cíclico podrían estar presionando el alma, pidiendo ser visto, sentido y liberado. La sanación comienza con el sentimiento. Las emociones reprimidas, el dolor no expresado y los traumas ignorados se convierten en nudos en el campo energético del alma. Estos no desaparecen con el tiempo. Permanecen activos, atrayendo situaciones similares, personas que los desencadenan y estados emocionales que parecen inundarnos de la nada. Hasta que los encontramos con presencia.
La sanación del alma no es un destino. Es un viaje continuo de purificación, aceptación y reconexión. Nos invita a una honestidad radical. ¿Qué duele? ¿Qué parte de ti nunca ha sido escuchada de verdad? ¿Qué emoción dejaste de lado, esperando que desapareciera si la dejabas en paz? Al sentir conscientemente estas capas, empezamos a recordar. El alma no solo almacena dolor, sino que guarda el recuerdo de quiénes somos realmente. Bajo el sufrimiento yace un núcleo puro de luz, una chispa divina intacta por el tiempo y el trauma. El viaje de sanación no se trata de arreglarte, sino de revelar esa luz de nuevo, capa por capa.
Sí, a veces duele. Pero el dolor es señal de que te estás acercando. De que tu alma clama por ser vista, honrada y sostenida. Y cuando eso sucede, cuando tu alma finalmente es reconocida, comienza el proceso alquímico. La energía densa comienza a disolverse. Los recuerdos dolorosos se reescriben a través de la compasión. Tu campo vital se purifica. Esta es la alquimia interior sagrada. Todo lo que una vez fue reprimido o distorsionado sale a la luz para su transformación. La verdadera sanación exige el coraje de enfrentar tu historia emocional sin máscaras, sin negación, sin engaño. Tu alma no te pide que seas perfecto, te pide que estés presente. No requiere que siempre te sientas "bien", sino que seas auténtico. Y a través de esa autenticidad, todo tu sistema mente-cuerpo-alma comienza a reconectarse. Liberas. Te recargas. Con frecuencias más altas: amor, paz, claridad, voluntad divina.
Los próximos siete años marcan un punto de inflexión en el plan evolutivo de la humanidad. Los códigos del alma están experimentando una recalibración profunda. Ya no podemos funcionar bajo los viejos paradigmas de evasión, disociación o sobrecompensación. El cuerpo del alma exige liberación. Nos llama de vuelta a la plenitud. Y este retorno es sagrado, personal e irreversible.
El Ser Verdadero ya no se puede negar. No grita, sino que late. Silenciosamente. En tu interior. «Soy lo que has estado esperando». Todo debe sentirse para ser explorado. Todo lo explorado puede sanar. Y todo lo sanado… se convierte en libertad.
Contempla esto ahora con el corazón abierto. Ya has comenzado el proceso. El resto seguirá fluyendo a través de ti. El Cuerpo del Alma: Una Perspectiva Espiritual y Científica. Espiritualmente, el cuerpo del alma se considera el vehículo sutil de la conciencia que conecta tu esencia divina (el Ser Superior) con tu experiencia humana. Es un banco de memoria viviente que almacena experiencias emocionales, lecciones kármicas, dones del alma, intenciones puras y la sabiduría acumulada a lo largo de las vidas. No es visible para el ojo físico, pero quienes tienen clarividencia o se encuentran en estados alterados de conciencia pueden percibirlo. Las emociones intensas, la oración profunda, la sanación energética o las prácticas devocionales activan y purifican esta capa sagrada del ser.
Científicamente, ahora sabemos que el cuerpo no es solo materia, sino energía. Cada célula, cada órgano, vibra. Juntos, forman un campo electromagnético que rodea el cuerpo físico: un "aura" científica, por así decirlo. El más intenso de estos campos lo genera el corazón, que emite impulsos detectables a varios metros de distancia. Este campo refleja nuestro estado emocional e influye en cómo nos conectamos con los demás, al igual que lo influyen los pensamientos y el estrés.
En nuestro interior, nuestras células guardan recuerdos, no solo del ADN heredado, sino también de traumas emocionales y físicos. Esto se conoce como memoria celular: la capacidad de las células para retener información de nuestras experiencias vividas, lo que influye en la salud, el comportamiento y las reacciones futuras. Aquí entra en juego la psiconeuroinmunología, una rama de la ciencia que explora cómo los pensamientos y las emociones afectan directamente a nuestros sistemas inmunitario, nervioso y hormonal. Un estrés emocional profundo puede suprimir la inmunidad o incluso desencadenar enfermedades.
A mayor escala, existen teorías como la teoría del campo unificado, que propone que todo en el universo está conectado a través de campos invisibles de energía e información. El biólogo Rupert Sheldrake los llama "campos mórficos", lo que posiblemente explica por qué los animales perciben la muerte de su dueño o cómo las ideas se propagan sin contacto directo. Así pues, entre nuestro campo electromagnético, la memoria celular, la conexión mente-cuerpo y la sutil red energética que nos une a Todo Lo Que Es, comenzamos a comprender que el ser humano es mucho más de lo que se ve a simple vista.
Y, sin embargo, a pesar de los antiguos textos espirituales y la evidencia científica moderna, la humanidad aún lucha con el autoabandono: ignorando el alma, invalidando las emociones y desconectándose del Ser. Pero hemos llegado al límite de ese patrón. Este es el mensaje que recibo en mi comunión con el Padre: A partir de abril, se abre una ventana especial para la liberación del alma. Un nuevo capítulo sagrado se está desplegando, y los invito a reflexionar sobre él... y a elegir lo que sea mejor para su camino.
Con reverencia y luz, Ioana Adina